Científicos de la Universidad Harvard buscan resucitar al mamut lanudo

El equipo de George Church, un reconocido genetista e ingeniero molecular de la Universidad Harvard en Estados Unidos, ha emprendido un proyecto tan fascinante como polémico: resucitar al mamut lanudo, una especie actualmente extinta que habitó Asia y Europa hasta hace unos seis mil años.

En el proyecto participará casi un centenar de investigadores. Entre ellos figura Ramiro Perrotta, biotecnólogo de la Universidad Nacional de Quilmes en Argentina.

El proceso de desextinción del mamut se llevará a cabo en la Escuela de Medicina de la Universidad Harvard, con el apoyo de la empresa Colossal.

La desextinción, el proceso inverso a la extinción y que técnicamente es lo que se intentará hacer con el mamut lanudo, será de genes, porque no hay células vivas en ninguno de los restos encontrados en el permafrost (suelo congelado de regiones muy frías), el medio que permite el mejor estado de conservación posible.

Para cumplir con el objetivo, Church, Perrotta y sus colegas trabajarán con elefantes asiáticos, porque son los parientes evolutivos más cercanos y comparten nada menos que un 99,6 por ciento del genoma. “Tomaremos restos fósiles de los mamuts, reconstruiremos su ADN y lo alinearemos con el genoma del elefante actual. Luego, identificaremos los genes diferenciales que podrían hacer que los animales actuales se adapten a vivir en un entorno frío”, explica Perrotta.

Ello implicaría crear un híbrido entre mamut y elefante. Sin embargo, mamutizar a un elefante, es decir, introducir las características biológicas del primero en el segundo, no es tarea sencilla. El equipo de investigadores recurrirá a las técnicas de ingeniería genética, específicamente a CRISPR/Cas9, las famosas tijeras por las cuales Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna obtuvieron el Nobel de Química en 2020. “En un cultivo celular, se toman células del elefante, se las edita genéticamente y luego se realizan transferencias nucleares. Después se crea un embrión y, finalmente, se coloca en una madre subrogante, en una elefanta, para que pueda gestar una cría”, explica Perrotta.

Con este procedimiento, el elefante que se gestará tendrá ese pequeño porcentaje de genes que le faltaba para ser un mamut lanudo. Por ejemplo, adquirirá las características necesarias para transportar oxígeno a bajas temperaturas de manera eficiente, tendrá más pelo, producirá más grasa corporal e, incluso, desarrollará orejas más pequeñas (ya que las grandes son menos eficientes térmicamente).

“El equipo de Church ya identificó entre cincuenta y sesenta genes diferenciales, así que tendremos que avanzar sobre todas esas ediciones genéticas en un solo organismo. Contamos con la tecnología, pero será un proceso largo. Creo que de aquí a cinco años podremos tener las primeras crías de elefantes genéticamente modificados con los rasgos del mamut”, destaca con entusiasmo el joven investigador.

La desextinción y el cambio climático

La pregunta del millón que podría realizarse es ¿por qué traer a la vida a especies que habitaban climas fríos cuando las proyecciones de cambio climático y calentamiento global en el siglo XXI son, más bien, oscuras? De hecho, desde la Revolución Industrial a la fecha, la temperatura media del planeta se ha incrementado a una velocidad nunca antes vista en su historia, por culpa de la acción de los seres humanos y la liberación de gases con efecto invernadero. Perrotta hilvana algunas respuestas:

“Precisamente, resucitar a los mamuts servirá para mitigar los efectos del cambio climático a partir del restablecimiento de los ecosistemas. Los mamuts solían vivir en la tundra, la región que comprende desde el norte de EE.UU. hasta Rusia y China. Durante el invierno, se acumulan capas de nieve sobre estas regiones que, de forma contraria a lo que se podría aventurar, actúan como aislantes y promueven la elevación de la temperatura del suelo bajo ellas”, detalla. El asunto es que por debajo de estos hielos eternos hay presencia de materia orgánica atrapada desde hace muchos miles de años. Si las temperaturas suben, los hielos se descongelan y la materia puede comenzar a descomponerse. Esas regiones contienen millones de toneladas de gases con efecto invernadero atrapadas en el permafrost que, de liberarse, podrían ocasionar estragos medioambientales al acelerar el cambio climático global.

“Con mamíferos herbívoros que pasten, remuevan y compacten estas capas de hielo, el frío ártico puede penetrar, refrigerar el suelo y mantenerlo congelado para evitar su descomposición”, completa. Y agrega: “Asimismo, el mamut tiene la capacidad de derribar árboles. En los ecosistemas árticos, los bosques son oscuros, los árboles absorben la luz del Sol y también contribuyen a aumentar la temperatura, cosa que no queremos”.

El segundo objetivo, más allá de lo ambiental, se relaciona con la conservación de especies en peligro de extinción. Al dotar a los elefantes asiáticos de las características de los mamuts, podría sacárselos de ambientes cada vez más amenazados por poblaciones humanas y ser trasladados a escenarios inhabitados. Asimismo, cuenta Perrotta, a partir de la edición genética, por un lado, podría volvérselos resistentes a virus del herpes que, en el presente, acaban con la vida de un 25% de las crías; así como también se podría hacer que nacieran con colmillos más cortos para desalentar la actividad de los cazadores humanos que los matan para vender el marfil de sus colmillos.

¿Hay límites para la edición genética?

Las posibilidades de la edición genética aparentan ser infinitas: si se pudiera reconstruir el genoma, existiría la oportunidad de “resucitar” cualquier especie que haya pisado el planeta. “El asunto es que, a la fecha, con la tecnología disponible, el requisito es que la especie en la cual el animal modificado se pueda gestar sea relativamente cercana. El miedo de muchos de que la experiencia de Jurassic Park sea finalmente posible es prácticamente infundado. Después de seis millones de años, no quedan restos de ADN que puedan ser leídos y los dinosaurios se extinguieron hace más de sesenta millones”, apunta.

Subvertir el proceso evolutivo implica una controversia que suscita diversos posicionamientos. De hecho, además de la desextinción, hay otros fenómenos relacionados que pueden despertar conflictos. De manera reciente, un grupo de científicos chinos llevó adelante un proyecto para modificar el genoma de gemelas humanas y volverlas resistentes al virus del SIDA. He Jiankui, el cerebro detrás de ello, terminó en prisión (por tres años) y separado de cualquier actividad relacionada con el mundo científico y sanitario, porque la justicia consideró que su labor de edición genética era ilegal.

Desde la perspectiva de Perrotta, tarde o temprano se utilizarán estas técnicas para modificar el genoma humano. “Si apuntamos a la conservación, al mantenimiento de los ecosistemas, a aumentar la diversidad, yo no veo ningún problema ético en volver a la vida a un animal. En la mayoría de casos en los que se reintrodujeron especies en zonas funcionalmente extintas, los resultados fueron positivos. El ejemplo más emblemático son los lobos en Yellowstone, el parque nacional de EE.UU. Al extinguirse, de hecho, se había desatado la reproducción descontrolada de alces que ocasionaban problemas ecológicos”, cuenta el investigador. (Fuente: Universidad Nacional de Quilmes / Argentina Investiga).