Se realizó la vigilia y el encendido de antorchas por el 14 de junio

El Monumento a la Memoria de los 14 Mineros en 28 de Noviembre fue nuevamente el lugar en donde se desarrolló el encuentro que reunió a los familiares de las víctimas del 14 de junio de 2004 y a una gran cantidad de autoridades y vecinos. “No tenemos que olvidarnos de lo que vivimos para que las muertes no sean en vano”, señaló Mario Armella, uno de los oradores principales.

En los últimos minutos del martes se llevó a cabo la tradicional vigilia y el encendido de antorchas en el Monumento a la Memoria de los 14 Mineros en 28 de Noviembre. Estuvieron presentes los familiares y allegados de los catorce mineros fallecidos aquel 14 de junio de 2004; los intendentes de 28, Hugo Garay, y de Río Turbio, Atanacio Pérez Osuna; el diputado provincial Matías Mazú; el cura párroco de la localidad, el padre Humberto Ramírez; el cura párroco de Río Turbio César Heltner; funcionarios de YCRT; el presbítero Sergio Soto; representantes de distintas instituciones y vecinos del pueblo. Como ocurre en cada año, se procedió a encender una antorcha por cada uno de los mineros trágicamente desaparecidos: Julio Álvarez, Odilón Vedia, Nicolás Arancibia, José Luis Armella, Víctor Hernández, José Hernández, Silverio Méndez, Ricardo Cabrera, Jorge Vallejo, José Chávez, Oscar Marchant, Sixto Alvarado, Miguel Cardozo y Héctor Rebollo.
“Agradecemos a la comunidad por acompañarnos. La presencia de la gente nos hace muy bien a los familiares, nos hace sentir más fuertes. No tenemos que olvidarnos de lo que vivimos para que las muertes no sean en vano”, manifestó Mario Armella, hermano de José Luis. Posteriormente, el orador recordó las luchas emprendidas por los mineros, pidió por la unidad de la Cuenca y de todos los trabajadores, que YCRT siga adelante y garantice los puestos de trabajo, que se reactive la Central Termoeléctrica “para cumplir los sueños de los catorce mineros y de todos los que pelearon por ella” y expresó: “Que no haya nunca más un Sergio Taselli”.

Luego, el padre Soto, quien fue el cura párroco de Río Turbio en el momento de la tragedia, dio su testimonio. “Estos momentos son muy tristes, se ve en los rostros de los familiares y los amigos. Al principio sentimos una soledad terrible, que después dio paso al enorme acompañamiento de casi todo un país. Acá, ninguno se quedó con los brazos cruzados. Todos intentábamos encontrar una respuesta para este tremendo dolor. Esta pérdida no fue la primera, aunque esperamos que sea la última; hay un antes y un después en la historia de la Cuenca, y el después es el presente, que deseamos que sea con mejores expectativas. Anhelamos ver cristalizado el sueño de la mega usina. Necesitamos rehabilitarnos y reafirmar muchas cosas para que el pueblo sienta seguridad. No nos olvidemos de que la vida no era tan cómoda. Los luchadores y los pioneros pelearon de otro modo. No nos van a quitar las ganas de seguir trabajando, pero queremos ver un futuro más cierto, que no nos vendan cuentos. Queremos realidades. Si las cosas se hicieron mal, ahora pretendemos que se hagan bien, en lugar de seguir mirando atrás”, consideró, agregando que “siempre nos costó todo, y en un momento no nos costaba nada; ahí nos malacostumbramos”.

(Fuente: Patagonia Nexo.)