Ezequiel Verón confesó haber matado a Jorge Muñoz

El principal acusado por la muerte del adolescente en Barrio Miramar afirmó que “acepta las consecuencias” de lo que hizo.

En el primero día del Juicio Oral y Público por el crimen de Jorge Muñoz, habló el autor material del hecho, Ezequiel Verón, quien una vez más confesó haberle pegado un botellazo en la cabeza a la víctima con lo que lo dejó en coma.

En la audiencia, realizada durante esta jornada, estuvieron los tres imputados: Verón, Brian Barría y Florencia Narváez. Ellos habrían participado de una patota que atacó a Muñoz (en aquel sangriento suceso de la madrugada del 1 de febrero de 2015).

Verón pidió perdón a la familia de Muñoz; y también a la familia del otro imputado, Brian Barría. Sobre este, dijo que él lo “metió” en este proceso, pero que “no tuvo nada que ver”. Dijo que antes lo había inculpado a Barría por “bronca”.

Ezequiel Verón, de 21 años, detenido en la Seccional Tercera. Contó, al comienzo de su testimonio ante el Tribunal, presidido por el juez Juan Pablo Olivera, lo que hace en la alcaidía, como trabajos de carpintería.

Confesó que antes de ser detenido sí consumía drogas, como marihuana y cocaína, y que cuando cometió el asesinato estaba “muy drogado”.

Luego reclamó “ampliar la declaración” que hizo en la Instrucción.

Y allí dijo: “Yo le pegué el botellazo. Me hago cargo de lo que pasó. Yo fui el responsable de eso. Y Barría no tuvo nada que ver”.

También acusó a la Policía que “me estuvo torturando. Estuve alojado en la Seccional Segunda. Estuve como dos semanas ahí y no quiero contar las cosas que hacían ahí. Fue muy horrible para mí”.

“Metí a Barría en este proceso injusto”

“Creo que no tuve con un proceso justo. Pasaron tres abogados. El primero me dijo que tenía que hacerme cargo. Me dijo que Barría dijo que yo fui. Y yo de bronca le metí a él, porque nunca caí preso. Y no sabía cómo era el tema. Y la Policía me presionó. Y de bronca, porque me dijeron eso metí a Barría en este injusto proceso. Y pido disculpas a la familia de Barría, y el estuvo bastante tiempo en algo que él no tuvo nada que ver. Simplemente quiero pedir disculpas a la familia de Muñoz”, añadió.

“Nunca fue mi intención matarlo”

También quiso pedirle a la familia de la víctima que estaba presente, pedirles disculpas, y para eso pidió permiso a los jueces para darse vuelta. Pero el juez, al ver que los padres del chico muerto negaban con la cabeza, lo paró en seco a Verón y le dijo: “No tienen intenciones de que te des vuelta”.

No obstante, Verón continuó: “Quiero pedir disculpas por lo que pasó. Nunca fue mi intención matarlo. Simplemente era robarle nada más. No tenía motivos para matarlo. Simplemente pasó eso de que Narváez se estuvo bardeando, y yo fui e hice lo que hice, porque se resistió. Y yo estaba alcoholizado, pasado de drogas y no pensé lo que hice, no pensé nada de lo que hice. Simplemente le di un botellazo”, dijo.

“Vuelvo a pedir disculpas a la familia. Sé que no hay perdón para esto. Porque fue un error que cometí y no estaba conciente de lo que estaba haciendo”, dijo entre llantos.

CONSECUENCIAS

“Acepto las consecuencias y quiero que se haga Justicia porque sé lo feo que es perder a un ser querido. Quiero que sea una pena justa. No tuve la intención de matarlo”, agregó.

“Quiero que tengan en cuenta que antes no era un chico malo. Nunca estuve preso, ni nada. Cometí un error y asumo el error”, añadió.

CÓMO FUE EL CASO

Jorge Alfredo Muñoz Casas, de 16 años, fue sorprendido por una patota en la madrugada en la mañana del domingo 1 de febrero de 2015 mientras caminaba por una calle del barrio Miramar y fue golpeado con botellas en la cabeza.

El adolescente falleció luego de agonizar durante tres días en el Hospital Zonal.

Jorge había ido a un quincho en el barrio Miramar donde junto a sus amigos organizaron una fiesta en la noche del sábado 31 de enero y que le avisó telefónicamente que iba a volver un poco tarde.

Poco antes de las nueve de la mañana de ese fatídico día, salió del quincho con sus acompañantes (estimativamente cuatro más) y todos se dirigieron por la calle Azcuénaga en busca de un auto en una remisería ubicada cerca de la Escuela N° 36 del mismo barrio, llevando consigo un cajón de cerveza que les había quedado de la fiesta, cuando los interceptó una patota con fines de robo.

En ese momento le asestaron una brutal paliza y uno o varios de los agresores tomaron botellas de cerveza y se las partieron en la cabeza.

Cuando quedó desvanecido y ensangrentado en el suelo, le robaron las zapatillas, una mochila y un buzo. Los vecinos que residen en las inmediaciones llamaron a la policía y luego la víctima fue trasladada al Hospital Zonal con un desesperante cuadro clínico hasta que se diagnosticó su muerte cerebral y murió el miércoles 4 de febrero.

(Fuente: La Vanguardia del Sur.)