Caleta Olivia: Fuerte impacto económico y anímico por nuevas restricciones

La imposibilidad de comprar medicamentos de urgencia en una farmacia o pan en un mercadito de barrio porque no se tiene un DNI cuyo número final coincida con el cronograma que impuso el Comité Operativo de Emergencia como parte de las nuevas restricciones que apuntan a cortar el brote de COVID 19, son algunos ejemplos de los condicionamientos que afrontan los vecinos de Caleta Olivia.

Incluso cuando alguien logra eludir los espontáneos y fuertes controles policiales en la vía pública, difícilmente será aceptado por los dueños o empleados de comercio que, temerosos de ser vistos y multados por inspectores municipales, exigen el DNI a los escasos clientes que por estos días ingresan a sus locales.

Esto motiva que no pocos encargados de mostrador sean destinatarios de fuertes insultos, advertencias de que “acá no vengo más” y acusaciones de “botón”, haciéndoles notar además que si bien aceptan que exijan el uso de tapabocas, no tienen facultades de organismos de seguridad para pedir documentos.

Otros comerciantes ni siquiera tienen la “suerte” de haber quedado habilitados en el cronograma de las nuevas restricciones, como el caso de las confiterías o restaurantes que fueron obligados a cerrar para evitar aglomeraciones de clientes.

Irónicamente, a éstos últimos que ya venían golpeados por tres meses de receso, se les “contempló” la posibilidad de continuar vendiendo comida a través de los modos take away y delivery, pero ello les representa insignificantes ingresos económicos que ni siquiera alcanzan para pagar los aportes patronales.

No todos calificaron para obtener de Nación el ATP destinado a compensar los salarios de sus empleados y por otra parte se dan casos de que algunas quejas contra el municipio generan inmediatas y sugestivas visitas de inspectores municipales.

Éstos labran extensa actas de infracciones hasta por pequeñas telas de arañas que pueden encontrar en algún recoveco, otorgando un tiempo perentorio para evitar clausuras, pero hacen la vista gorda en otros locales donde los dueños tienen cierta empatía con autoridades municipales.

En tanto, las desprestigiada Cámara de Comercio y Producción que está inserta en las decisiones que toma el COE parece desconocer los padecimientos de muchos de los que dice representar.

Por otra parte, llama poderosamente la atención que el COE nunca dio precisiones de la manera en que se contagiaron los dos trabajadores que motivaron que se disparara el brote del virus que generó las nuevas restricciones y que casualmente son empleados municipales.

Con todo, hoy las calles de una ciudad que hasta hace pocos días tenían un gran movimiento peatonal, automovilístico y comercial, parecen haberse convertido en un páramo y la salud mental de muchas personas se va deteriorando, algo de lo que están exceptuadas las que tienen los ingresos asegurados, trabajen o no.

El Patagónico