Caso Gorosito: Trece testigos pasaron ante el Tribunal y uno complicó a policía

En la tercera audiencia del juicio oral y público que se efectúa en Caleta, pasaron trece ante el tribunal de la Cámara del Crimen.

Son tres los policías sentados en el banquillo de los acusados por la muerte del joven entrerriano Jonathan Gorosito, muerto en la comisaría Primera de Las Heras.

Fue Walter Rivero de 23 años, quien estuvo alojado en un calabozo contiguo al de Gorosito al momento de desatarse los hechos.

Entre otras cosas, durante la declaración que se extendió por casi una hora y en la que previamente solicitó que no estuvieran presentes los acusados Ricardo Alvarado (oficial ayudante), Ismael Salas (agente) y Carlos Velázquez (cabo), dijo que “esa noche escuché que entraban a una persona a los golpes al calabozo donde estaba mi hermano y escuchaba muchos quejidos”.

“Por eso pedí que lo sacaran de ahí (a su hermano Jonathan Rivero) porque pensé que le estaban pegando a él. Lo sacaron y lo metieron en el calabozo conmigo y mientras lo siguieron golpeando al otro (Gorosito) durante 10 o 15 minutos y después nos pidieron una frazada”, relató.

Además, reveló que los efectivos dijeron “vos vas a aprender a respetar a la policía y en ese momento escuché el ruido como de una tela cortándose y después a los policías que le seguían pegando y al rato salieron del calabozo”.

Gorosito “tosía mucho como si estuviese ahogando –continuó- y después de un rato largo no escuchamos más nada. Al rato escuchamos a uno de los policías que volvió y gritó ‘Velázquez, este se ahorcó’”.

“Fue en ese momento cuando nos hicieron salir del calabozo y vimos el cuerpo en el piso tapado con una frazada, pero lo único que los policías nos dijeron fue ‘salten al finado’ y nos llevaron a un lugar donde había un sillón y nos sentaron a ver tele. De ahí fuimos al quincho de bomberos que está al lado, donde nos ofrecieron cigarrillos y facturas mientras nos preguntaban que habíamos visto y escuchado, pero teníamos miedo de que algo nos pase”, agregó.

Más adelante, Walter Rivero señaló que “Salas es el que más contacto tenía con los detenidos (ya que cumplía servicio de cabo de cuarto) y cada una hora más o menos debía hacer el recorrido”.

“Nosotros escuchábamos golpes y quejas de cuando a alguien le pegan pero no podíamos ver nada, aunque me imagino que eran dos los que le pegaban por lo que se escuchaba”, afirmó.

Tras escuchar ese testimonio, fue llamado a declarar su hermano Jonathan Rivero, de 25 años.

El testigo dijo que no recordaba mucho lo que había ocurrido debido a la cantidad de tiempo que pasó desde el hecho (4 años), por lo que le resultó dificultoso precisar algunos detalles.

Entre ellos si había 3 o 4 uniformados en el calabozo, aduciendo que estaba muy oscuro y solo se veían siluetas y que cuando le pidieron que saliera para alojarse en el aledaño, “agaché la cabeza y no miré a nadie”.

“Escuchaba desde el otro calabozo cuando se quejaba por los golpes y que hacía ruidos como cuando te aprietan la garganta y tosía mucho, pero me di vuelta y me dormí para no escucharlo más”, relató.

No obstante, se le leyeron algunos párrafos de su primera declaración judicial en la que había dicho que “Salas le daba cachetazos al chico (Gorosito)” y que otro al que no reconoció “le pegaba patadas”.

En ese punto, se le consultó si reconocía a Salas y al mirar a los acusados pudo identificarlo “ese de buzo gris era el que estaba parado cuando el chico estaba inclinado para abajo como si lo estuvieran agarrando de atrás y vi una pelea, pero fue en ese momento cuando me sacaron del calabozo”.

“De ahí siguieron los golpes y estuvo más o menos media hora tosiendo y escupiendo, por lo que uno de los policías volvió y le pregunto que le pasaba y (Gorosito) le dijo que tenía frío, entonces le dijo ‘dejate de joder porque podemos seguir hasta mañana’, pero nos pidió una frazada, se la dimos sin mirarlo y se fue”, dijo.

Indignado, Jonathan Rivero expresó que Gorosito “era una persona indefensa que estaba tirada en el piso mientras otro le pegaba patadas. Estaba entregado, quietito e indefenso”.

Finalmente, dijo que después de que encontraran muerta a la víctima los efectivos se recriminaban entre ellos que “viste que algo iba a pasar, el calabozo está malo” y que se “burlaban y reían como despreciando la vida del chico”.

Al ser consultado por los jueces sobre el porqué de la calificación del “calabozo esta malo”, respondió que le habían dicho que allí se habían ahorcado varios detenidos.

(Fuente: La Vanguardia Sur.)