Joven mujer caletense denunció a su primo de violarla a los 10 años

Dalma Castro tiene hoy 21 años, vive en Caleta Olivia y su caso cobró notoriedad esta semana en medio de una oleada de denuncias por abusos sexuales que se suceden en todo el país. Publicó en su cuenta de Facebook que cuando tenía entre 10 y 12 años fue violada y amenazada por su primo de 16, quien hoy es docente en un colegio secundario.

Esos sucesos la martirizaron durante más de una década hasta que finalmente decidió no solo darlos a conocer públicamente sino también denunciarlos ante la Comisaría de la Mujer que giró las actuaciones al Juzgado de Instrucción N° 2, a cargo de Gabriel Contreras, previo haberse demorado por algunas horas al acusado.

El magistrado libró inmediatamente una orden de prohibición de acercamiento al primo que ahora tiene 26 años, pero todavía tiene que definir si la causa es de su competencia o del Juzgado del Menor, teniendo en cuenta la edad que tenía al momento de los hechos.

En su Facebook, la chica recordó que cuando ella tenía 10 años “yo estaba mirando la tele y llegó Diego. Me levantó, me llevó a la pieza de mi abuela y hacía que lo toque, obligándome a que lo masturbe cuando yo ni siquiera sabía que era eso”.

“Yo lloraba y él me decía que no diga nada, sino iba a ver las consecuencias. Pasaron los meses y él seguía con eso, encontraba el momento en el que yo me quedaba sola y me torturaba», aseguró.

Luego, cuando ya había cumplido 11 años, “él me metía los dedos en la vagina para poder penetrarme y yo gritaba de dolor. Finalmente me penetró y dijo que si yo abría la boca me iba a quedar sola, nadie me iba a creer y todos me iban a odiar. Me seguí callando».

Ahora Dalma exige que su primo reciba el castigo que se merece, algo que también reclamó ante medios de comunicación que solicitaron entrevistarla y ayer mismo se presentó en los estudios de la FM Frecuencia Patagonia acompañada por su madre, Mariela Gómez, dando a conocer la identidad de su primo: Diego Morales.

EL FINAL DEL SILENCIO

“Me la pasé llorando de angustia, de tristeza, de ver cómo estaba mi familia, pero sobre todo de ver lo que provocó este monstruo. Estaba todo el tiempo angustiada, pero me levanté muy firme, con mucha fuerza y dije: ya no lloro más, porque ya se está haciendo justicia que es lo que necesitaba para sanarme, para curarme”, comentó en principio. Cuando se le preguntó por qué después de diez años se había decido a ventilar públicamente su caso, dijo que “lo que hizo el click fue que al ver agrandarse a mi familia, no podía ver a esta persona alzando a las bebés, a mi ahijada. Yo veía que estaba agarrando a otra presa, no veía a un familiar, sino a un violador y me daba mucho miedo que vuelva a pasar algo con sus otras sobrinas o con sus hijitas”.

Luego relató que “cuando le pude contar a mi pareja él no podía creerlo y me ayudó muchísimo. Me incentivó a escribir una carta, algo que nunca se me había cruzado por la cabeza”.

“Esa carta –prosiguió-, la dejé en un bolso y la encontró mi mamá. Primero ella no me dijo nada pero después, al preguntarme cosas, se le partió el alma; era una muerte en vida, fue horrible verla así y yo me sentí culpable”.

“Yo le dije que esto estaba en sus manos y todo se fue hablando persona por persona dentro de la familia y ahí mi mamá encaró al violador quien lo admitió delante de la familia y dijo estar arrepentido, que no sabía lo que hacía porque él tenía 16 años, pero el horror duró casi tres años”, contó.

Precisó además que finalmente el sábado radicó la denuncia ente la Comisaría de la Mujer y rápidamente al acusado le llega una orden de restricción para que no se le acerque y si bien “ese mismo día lo llevaron esposado a la comisaría, ahora sé que está libre hasta que no se lo declare culpable”.

TAMBIÉN PIDE CASTIGO SOCIAL

En otro pasaje de su relato dijo que “después de hacer la denuncia empecé a publicarlo porque no me iba a quedar de brazos cruzados y esperar que resuelva la justicia (institucional). Pero también quería hacer justicia social y por suerte ello se está cumpliendo porque hay miles de personas que me acompañan”. Luego, a modo de alentar a otras chicas que son víctimas de abusos sexuales, en muchos casos de gravedad, las instó “a no callarse” porque “un violador, un abusador, una persona mala, está afuera disfrutando mientras uno está triste”.

“Yo estuve sola durante once años, tuve abrazos, tuve todo, pero nadie sospechó lo que me pasaba y tenía que compartir momentos con él como si nada pasara. En este momento me siento muy feliz, hace rato que no me sentía así porque me saque un peso enorme”.

Por su parte la madre, Mariela Gómez, indico que es “todo muy duro; nunca me imaginé que a mi hija le había pasado algo. Una está pendiente de los desconocidos, de gente extraña, pero nunca hubiese imaginado que dentro de nuestra propia familia había un monstruo así”.

“Cuando me entero, primero me dio un dolor tremendo, pero siempre le creí a ella. Mi sobrino era un hijo para mí, no era cualquier persona, yo lo amaba”, admitió.