Caleta Olivia celebra su 114 aniversario

A fines del siglo XIX, bajo el estímulo de las leyes especiales del gobierno nacional, comenzó el interés por la región austral, que sería con el correr de los años y por el trabajo de verdaderos pioneros, una de las zonas más ricas del país: la Patagonia.

Corría el año 1898, y el entonces presidente de la Nación, general Julio Argentino Roca, quien asumía por segunda vez la presidencia, dispuso solucionar una de sus principales preocupaciones: el problema limítrofe con Chile.

Así, como parte de la política de conquista e incorporación de los territorios nacionales y también por razones de soberanía, como consecuencia de las continuas incursiones de habitantes chilenos, en el año 1899 el presidente de la Nación dispone la extensión de la línea telegráfica desde Río Negro hasta Cabo Vírgenes, en el extremo sur de la provincia de Santa Cruz.

El gobierno nacional se dedicó de lleno a proyectar e iniciar trabajos de infraestructura básica de comunicaciones ferroviarias, marítimas y telegráficas en la Patagonia.

Esta política contribuyó a la radicación en la Patagonia de aldeas debido a la necesidad de contar con desembarcaderos de materiales propios para la obra, así como también de abastecimiento para el personal.

Cada sección de línea sería entregada por lo menos cada 100 kilómetros y se consideraría como concluida desde el día en que la Dirección General de Telégrafos recibiera el primer telegrama.

La construcción de esta línea no fue tarea fácil. Se trataba de llevar el progreso de aquel sistema de comunicaciones a lugares remotos, y cruzar con la línea de postes y de alambre lugares por donde nunca había transitado persona alguna.

El encargado de esta ardua empresa fue el ingeniero don José Olivera, el inspector y jefe constructor de líneas más capacitado que recorrió nuestras estepas plantando millares de palmas y tendiendo millones de metros de alambre.

A fines de abril de 1901 las obras avanzaban penosamente hacia Comodoro Rivadavia. Ese año el otoño y el invierno se destacaron por su crudeza. Noticias de la época comentaban que el personal de las obras encontraba obstáculos insuperables ya que tenía que efectuar sus trabajos entre la nieve, pero confiaban que pronto los hilos estarían instalados hasta Rada Tilly si no descargaba otra gran nevada.

El vapor de la Armada «Guardia Nacional», bajo el mando del teniente de navío Ezequiel Juan Julio Guttero, tenía a su cargo la tarea de desembarcar los materiales para la construcción de la línea telegráfica en bahía Lángara.

Cuando el navío arriba al lugar y reconoce toda la bahía en lancha a vapor se encuentra con la imposibilidad de atracar con ninguna clase de embarcación debido al placer de piedra que bordea toda la playa, por lo que resuelve zarpar y recorrer la costa hacia el lado de bahía del Fondo, ubicada frente al cerro Pan de Azúcar para encontrar un desembarcadero.

Las condiciones climáticas y marítimas no le permitieron avanzar, por lo que el navío tuvo que fondear en la costa y su tripulación enfrentar sobre la máquina la adversidad de la noche que acaeció.

El día 26 de mayo de 1901, reconociendo la costa, el teniente de navío Ezequiel Guttero divisa un paraje abrigado entre dos restingas a pocas millas de punta Murphy en el golfo San Jorge, que resultó ser una caleta pequeña pero muy abrigada y profunda que permitió en muy buenas condiciones realizar el desembarco de 800 palmas y 700 rollos de alambre.

Este fue el primer marino que reconoció nuestra caleta. Según versiones generalizadas, Ezequiel Guttero bautizó a esta caleta con el nombre de Olivia en homenaje a la única dama de su tripulación en el viaje. Pero ésta es una versión que nunca se ha podido comprobar ni refutar.

Avanzando con la obra del tendido de la línea telegráfica, el ingeniero Olivera, al retirar el cargamento en Caleta Olivia que le dejó el buque “Guardia Nacional”, premió la corazonada del teniente de navío Guttero y estableció allí su oficina.

Junto a la casilla de correos y telégrafo se levantaron las barracas para el contingente de recién arribados y se conformó de esta manera el primer caserío.

En junio de 1901 quedó oficialmente inaugurada la línea telegráfica en Comodoro Rivadavia, Chubut. Finalmente, el 20 de noviembre de 1901, el Ministerio del Interior autorizó a la Dirección General de Correos y Telégrafos para librar al servicio público la oficina telegráfica denominada “Caleté Olivié”.

Oro blanco

Los primeros hombres que poblaron con hacienda ovina la provincia de Santa Cruz provenían, casi en su totalidad de las islas Malvinas, donde habían adquirido experiencia en la cría de ésta, en regiones cuyas condiciones climatológicas y agrícolas se asemejan mucho a las de este territorio.

Para el año 1879 el Ministerio del Interior señalaba que no resultaba posible mandar familias a este punto tan lejano y aislado sin antes reunir los elementos indispensables para la vida y el trabajo. Hubo intentos frustrados de traer ganado por vía marítima, pero las condiciones de transporte aún no estaban dadas.

En otro intento por poblar los campos de animales y encontrar un modo idóneo de llevar los ganados, el gobierno encargó a Carlos María Moyano que realizace un viaje de carácter exploratorio con el fin de hallar un camino para transportarlos vía terrestre.

Su itinerario propuesto no fue considerado conveniente y se optó por la solución de adquirir lanares en las islas Malvinas. Así, en el año 1895, Moyano visitó el archipiélago para adquirir 2.000 cabezas de ovinos, ofreciendo como pago tierras en campos santacruceños.

Esta iniciativa fue exitosa y comenzaron a arribar colonos procedentes de Malvinas, trayendo consigo algunas cabezas.

El desconocimiento de la tierra enajenada, la falta de cumplimiento de las obligaciones tanto de las empresas de colonización como de los particulares, la concentración de la propiedad y la especulación llevaron a la suspensión de la entrega de lotes en 1900 y a la revisión y ordenamiento del régimen legal.

La nueva ley 4.167 denominada Ley General de Tierras fue promulgada en el año 1903 y las modificaciones más relevantes que incorporó fueron las siguientes:

Se pone mayor énfasis en la exploración previa, en las reservas de las áreas apropiadas para el trazado de pueblos y colonias y en la subdivisión adecuada a las condiciones del terreno y el destino otorgado.

Se elimina la colonización a través de las empresas y se crean colonias estatales. En el caso de Santa Cruz, de carácter pastoril, se hace entrega de un lote de 2.500 hectáreas por persona y a los primeros pobladores gratuitamente.

Se aumentan las exigencias e inversiones en animales y poblaciones.

Se destinan a la venta en remate público lotes de 2.500 hectáreas de buena calidad agronómica y cercanos a vías de comunicación.

Los terrenos restantes se arrendarían, con derecho a adquirir en propiedad el 50 % a la finalización del contrato, reduciendo a 20.000 hectáreas la superficie máxima.

Entre 1900 y 1914 el 91 % de los casos de acceso a la propiedad a la tierra fue por arrendamiento, el 7 % por ocupación y el 2 % por propiedad. En esos años se forman los establecimientos pequeños, de menos de 10.000 hectáreas, característicos de la zona norte de Santa Cruz.

Ernesto Romberg, en los primeros días del siglo XX trae un arreo de hacienda ovina desde Choiquerilahue, para poblar la zona de bahía Lángara, acompañándolo en la tarea Francisco Rodrigo Melero.

Este sería el primer arreo conocido que se realizara en la zona de Caleta Olivia. Muchos fueron los pobladores que posteriormente introdujeron lanares a esta región de la misma manera y con gran esfuerzo se dedicaron al mejoramiento de razas.

La presencia de establecimientos rurales y sus necesidades generan el surgimiento de centros urbanos donde comenzarán a funcionar algunos organismos estatales junto a aquellas organizaciones necesarias para el acopio de materiales y salida de mercaderías y productos.

La lana de Santa Cruz se vendía principalmente en dos mercados: Buenos Aires y Londres, y además en los puertos del territorio donde las casas exportadoras poseían sus sucursales. Las carnes se vendían en los frigoríficos de la región.

Paralela a esta incipiente actividad de transporte de lanas al puerto se establecieron algunos transportes de materiales y negocios para el abastecimiento de los primeros pobladores ganaderos.

Habiéndose establecido Caleta Olivia como puerto alternativo para realizar las operaciones de los ganaderos, a los pobladores les interesó montar la infraestructura y fue así que por un período de 15 años se convirtió en el lugar mejor equipado para embarcar la lana de los campos situados en la región.

Prueba de esto fue el establecimiento en el puerto de varias empresas para comprar la producción, dando de este modo auge comercial al lugar.

En la segunda década del siglo XX las localidades de Puerto Deseado y Comodoro Rivadavia merecieron la atención especial del fomento patagónico, ya que ambas en 1915 se constituyeron en cabeceras de los ramales ferroviarios patagónicos que llegaban a la costa desde Las Heras y Sarmiento, por los que se despachaba la producción.

La preponderancia de Puerto Deseado y del puerto de Comodoro Rivadavia relegó al fondeadero de Caleta Olivia a la sola actividad de embarque de lana en verano.

Al disminuir la importancia de Caleta Olivia como puerto alternativo, las empresas levantaron sus establecimientos. Este pequeño poblado tuvo una mínima significación por muchos años.

La línea del ferrocarril le restó toda importancia y vitalidad, convirtiéndolo en un paraje aislado y a contramano.

El censo poblacional realizado en el año 1912, arrojaba la cifra de 82 habitantes y el censo territorial de 1920 una cantidad de 130 habitantes, cifras que representan la paralización que sufrió el pueblo como consecuencia del ferrocarril.

Fue por el decreto del 11 de julio de 1921 que el entonces presidente de la Nación, don Hipólito Yrigoyen, dispuso que la Dirección de Tierras del Ministerio de Agricultura previera reservas para futuras formaciones de pueblos y colonias en las diferentes regiones de nuestro país.

A Caleta Olivia, que figuraba como población estable, se le asignaron 600 hectáreas y en una operación de rutina con motivo de amojonar los lotes pastoriles arrendados a los colonos Demetrio Martínez y Juan Madroñal, el agrimensor Florencio Puchulú en los años 1924 y 1925 delimitó la reserva de tierras para el posible pueblo, no realizándose ningún otro acto para crearlo en base al caserío existente.

De esta manera, el aniversario fundacional de Caleta Olivia es celebrado por un largo tiempo en esta fecha.

En el año 1971, bajo la intendencia del escribano don Guillermo Palacios, se realizaron investigaciones que permitieron encontrar vestigios, de los inicios de nuestro pueblo en un telegrama supuestamente emitido desde nuestra ciudad, inaugurando el telégrafo un 20 de noviembre de 1901.

Desde ese año se cambió la fecha de conmemoración del aniversario del pueblo de un 11 de julio al 20 de noviembre.

Sin embargo, cabe destacar que el acto considerado como la primera manifestación administrativa pública, tomándose por válido como fecha de fundación es la autorización otorgada por el Ministerio del Interior a la Dirección General de Correos y Telégrafos para librar al servicio público la Oficina Telegráfica denominada “Caleté Olivié” de fecha 20 de noviembre de 1901.

Esta fecha ha sido refrendada por el decreto provincial 209 de fecha 13 de febrero de 1975, donde se establece como feriado fundacional.

Pioneros y familias

Don Ernesto Romberg (antes de 1901).

Don Francisco Rodríguez Melero (antes de 1901).

Don Manuel Rodríguez Melero (1901).

Don Juan Madroñal, casado con doña María Rodríguez Melero (entre 1904 y 1905).

Don Pedro Flue Laberé y doña Edelmira San Juan (1904).

Don Eugenio Siekmann y su esposa Catalina (1905).

Don Pedro Etchechurry y doña Luisa Altuna (1904).

Don Juan Fontan Salaberry y doña Adela Maimo (aproximadamente 1910).

Don Magnus Fratzscher Evert (1908) y doña Hedda Brandt.

Don Max Kleine (aproximadamente 1909).

Familia Wasmuth.

Don Esteban Mantecon (1910).

Don Bernardino Del Hoyo (aproximadamente 1909).

Don Gabino Rebanal y doña Teodocia Andrés (1909).

Don Urbano Alonso Calvo y doña María Murillo (1909). En la que era su estancia La Adelaida se halla ubicado el pozo O-12.

Don José María Rivera (1908) y doña Dolores Miragaya.

Don Pedro Maimo y doña Magdalena Avila; y don Juan Maimo y doña Eduviges Avila (fines de 1911).

Don Ceferino Ardura (entre 1910 y 1912).

Don Saturnino López y María Díaz (a partir de 1919).

Y tantas otras familias que hicieron tanto por nuestro pueblo, nuestro homenaje y respeto.

El renacimiento de Caleta Olivia

El factor a partir del cual este pequeño poblado se transforma rápidamente en una zona de asentamiento de nuevos migrantes, es el descubrimiento del petróleo. De aquí en más esta ciudad comenzaría a vivir una nueva etapa: el «oro blanco», factor económico fundamental en esta primera etapa, sería suplantado por el «oro negro».

El 3 de junio de 1922 se creó la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), acontecimiento que repercutiría favorablemente en Comodoro Rivadavia donde se había realizado el hallazgo de petróleo el 13 de diciembre de 1907, y como consecuencia en Caleta Olivia, ya que se incrementó el interés en las zonas aledañas a Comodoro Rivadavia, centrándose en toda la franja costera lindante al golfo San Jorge.

De simple puerto intermediario Caleta Olivia pasó a ser una ciudad con movimiento propio, todo ello como consecuencia de la radicación de capitales que a partir de 1943 se instalaron en la localidad, entre ellos YPF, quien sería el principal gestor de este crecimiento poblacional incipiente.

En el año 1943 esta empresa comienza con los trabajos de exploración. El 26 de marzo de 1944, en el área de Cañadón Seco, se inicia la perforación del emblemático Pozo O-12 de acuerdo a las directivas dadas por la División Geológica del Departamento de Exploración de YPF.

Tres meses después, a una profundidad de 1.613 metros, fluyó el tan preciado tesoro, iniciándose con el O-12 –declarado monumento provincial histórico– la explotación del llamado flanco Sur.

El domingo 29 de septiembre de 1946 se procedió a la inauguración oficial del yacimiento Caleta Olivia, que comprende la zona de Cañadón Seco.

Esto generó un apreciable cambio en la población de esta ciudad, embarcadero y cabecera comercial de la región petrolera santacruceña, que comenzó a crecer vigorosamente.

La explotación del petróleo cambió la composición de la población. Arribaron raudamente los obreros de otras zonas a hacerse cargo de las tareas más duras y riesgosas.

Del noroeste argentino llegaron catamarqueños, riojanos, salteños, jujeños, santiagueños. Algunos no se adaptaron a las duras condiciones de vida y decidieron regresar; otros, trabajadores y capaces de sacrificio, expatriados que suspiraban por el lejano terruño, decidieron quedarse, sembrar aquí sus semillas y cuidar con recelo sus frutos, aquellos que con mucho esfuerzo hicieron germinar en estas áridas y lejanas tierras como aquellos primeros pobladores que, a principios de siglo, apostaron al futuro de esta tierra.

El Gorosito

Una figura emblemática de Caleta Olivia es «El Gorosito», el monumento al trabajador petrolero que se erigió orgulloso el 13 de diciembre de 1969.

A don José María Cifuentes, en ese momento topógrafo de la empresa YPF, se le encargó el estudio de la ejecución técnica.

Bajo la dirección del escultor Pablo Daniel Sánchez se llevó a cabo su construcción en el galpón del Club Ingeniero Knudsen; al respecto cabe destacar que entre uno de los fundadores de este club figura una persona muy querida que ya no se encuentra entre nosotros: don Ernesto Amancio Mora, “Don Mora”, constructor.

El monumento tiene aproximadamente 13 m. de altura y está colocado sobre un pedestal de un metro y medio de altura en el que se fijaron las placas alusivas en homenaje a los pioneros del petróleo en la Patagonia, José Fuchs y Humberto Beghin, a los caídos en cumplimiento del deber, a las instituciones que posibilitaron la obra, a las colectividades extranjeras, a las asociaciones provincianas y centros vecinales.

La figura está representada por la ciclópea y hermosa estampa de un hombre que al pie del pozo en producción, inicia la dinámica energética de la cual está pendiente permanentemente al abrir la válvula que pone en vigencia la producción controlada.

Queda implícita toda la actividad y esfuerzo del hombre que en la boca de perforación asume la responsabilidad de extraer esa riqueza.

A ello se debe su torso desnudo, digno de mostrar el supremo esfuerzo que realiza el hombre. Se observa el frente del monumento hacia el norte, y la actitud del obrero expresa que la Patagonia entrega al país la riqueza de su suelo con la satisfacción del deber cumplido.

El 20 de noviembre de 1995 el monumento fue sometido a un proceso de restauración bajo la supervisión del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la entidad Monumentos y Obras de Arte de Buenos Aires (MOA) que le devolvieron las líneas escultóricas originales.

Estos son los comienzos de la ciudad de Caleta Olivia, ubicada al nordeste de la provincia de Santa Cruz, en el departamento Deseado, sobre la costa del golfo San Jorge.

Ella es la encargada de abrir paso desde el norte a una provincia que se caracteriza por sus paisajes desérticos, la riqueza de su suelo y la fuerza de sus vientos.

Crédito:

Fundamentación del Proyecto de declaración 2987-S-03 por el 102 aniversario de la fundación de la ciudad de Caleta Olivia de Carlos A. Prades.

La mayoría de los datos históricos que fundamentan esta iniciativa fueron extraídos del libro «Lo que el viento no llevó». Caleta Olivia 100 años, escrito por Rosa López de Bucci y sus hijos, edición de autor.

(Fuente: La Vanguardia del Sur.)